Es curioso. Todo, aparentemente va bien, nada es excesivamente malo y hay momentos muy buenos. Entonces, ¿por qué, de repente, así, de la nada, comienzo a llorar? A llorar un océano, a llorar con dolor, sin entender por que lloro ni llegar a comprenderlo.
Es curioso. Cuando las cosas van , teóricamente, bien es cuando más necesitas a una persona a tu lado, una persona que esté apoyándote en todas tus estúpidas decisiones, aun que ella no te comprenda, no le guste o quizá no lo llegue a aceptar, tu lo que necesitas es a alguien que esté ahí día tras día haciéndote de colchón por si te caes.
Y es maravilloso tenerla ahí. No tengo palabras que puedan describir como me siento por tenerla a mi lado, por saber que nada ni nadie nos va a estropear esto. Es un sensación única e indescriptible. Es una sensación de que te agarra desde el dedito pequeño del pie y sube por cada parte de tu cuerpo, hasta la más pequeña. Es una felicidad que revolotea en tu estomago constantemente y es una sensación de embriaguez muy dulce.
Pero aún teniendo ese colchón de emergencia, las lágrimas que caen por tu rostro no tienen explicación, o quizá si y el miedo que tienes a descubrirlas es mayor de la simple curiosidad de saber por que lloras con esa angustia y tristeza. El miedo de descubrir que estas sola, triste y arruinada, el miedo a descubrir que has perdido una oportunidad de ser tu misma, de intentar valerte por ti misma, el miedo a luchar por lo que quieres o el miedo a enfrentarte a tu mayor problema:
TÚ. Y es cierto, tú eres tú mayor problema, tus miedos, tus alegrías, tus errores(sean o no colosales), todo lo que gira a tu al rededor es parte de ti y tú eres tu mayor temor. Por lo tanto, no sabría decir que las lágrimas que he derramado esta noche no tienen explicación o simplemente tengo miedo de entender por que caen.
La vida es como una montaña rusa. A veces estás en el pico más alto, con la adrenalina por las nubes, el estomago y el corazón en la boca y la felicidad por el aire y a veces estás en un punto bajo, donde estás preparándote para subir y volver a bajar, para subir y volver a bajar. La vida es bella y hay que saber vivirla aunque esto suponga llorar sin saber por que o reír hasta sufrir dolor de tripa.
Pero siempre, siempre hay que contar con tu colchón de seguridad. Tienes que poder caerte y tener algo más o menos blando donde caer y dejar que te acune hasta que puedas volver a levantarte. Es complicado dejar que los demás te cuiden, y más si estás acostumbrado a cuidar de ti mismo, pero, teniendo en cuenta las miles de experiencias que vamos a vivir, en muchos casos está bien dejar que sepan quien eres.
Esto va dedicado a una persona muy especial para mi.
Para mi colchón especial-