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Necesito tu sonrisa

 Las luces se apagan. La tensión se recrea. Tus manos acarician suavemente mi costado, pasan por mi estomago, suben y se quedan ahí. Es tu indecisión, es mi placer.
Una sonrisa, una mirada y ya son dos sonrisas. Bajo las sábanas nuestras manos se entrelazan, se funden como si fuesen una. Un dulce escalofrío recorre mi cuerpo, mi sonrisa se expande, la noto tirante en mi rostro, dulce y cálido.
Los horas corren aunque no nos damos cuenta, no entendemos de tiempo esta noche, no sentimos nada más que su indecisión, mi miedo, el nudo en el estomago. No soy capaz de recordar cuanto tiempo paso, cuantas caricias recorrieron nuestros cuerpos, ni la de miradas que se cruzaron con miedo, vergüenza y disimulo.

Me acero a ti. Tiemblas, el pulso se te acelera a la vez que el mio, evitas mi mirada, como si no supieses que te miro, que miro atentamente esos labios sellados, esos labios prohibidos que me tientan ácidamente mientras tu mano sigue recorriendo mi cuerpo, sin ser consciente de la de sensaciones que provocas en mi.

El fin de la noche no se ve, no lo notamos, no quiero ni verlo, siento que tu tampoco quieres irte. Estas pegada a mi cuerpo mientras te ríes y te dejas observar por mi ojos que te desnudan lentamente. Pero al fin y al cabo te tienes que ir. Recoges tus cosas y sales por la puerta.
Respiro. Cierro los ojos y me duermo. 

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